De las manifestaciones presentadas el 28 de abril de 2021 a nivel nacional, se generaron varias publicaciones y reacciones de la ciudadanía por el Paro Nacional, pero hubo una afirmación constante que nos llamó la atención.
La aseveración de varios ciudadanos a través de redes sociales, expresaron que: “golpear las ollas como símbolo de protesta traerá ruina y miseria.”
Ejemplar.co averiguó y consultó un poco más de esta afirmación, conocer su origen y argumento, ya que científicamente es imposible creerlo.
Una de los primeras personas en manifestar que hacer cacerolazo o ruido con las ollas trae ruina y miseria fue Amparo Grisales, en el año 2019 la actriz manifestó:
“Sabían que golpear cacerolas y ollas es energéticamente una mala vibración?… es decretar hambre y miseria al universo.”
Lo que llevó en su momento a indagar por parte de la ciudadanía si esa afirmación tenía algún contexto religioso o de algún nuevo pensamiento. Sin embargo, sin conocer el fundamento en pleno 2021 algunos siguen afirmando que este tipo de expresiones o manifestaciones, están ligados con la ruina, la miseria y hasta el hambre. Afirmaciones poco probables o demostrables.
Los cacerolazos no tienen origen suramericano.
Se dice que esta manifestación surgió en Francia, como una forma de protestar haciendo ruido golpeando las ollas. En Colombia se popularizó desde hace unos años para acá.
Su nacimiento fue en Francia y tenía como fin, hacer un llamado de atención y humillar a los hombres mayores que se casaban con niñas muy jóvenes. Por lo que los cacerolazos tienen una connotación histórica mayor y no surgió por la falta de comida.
Posteriormente, la historia señalaría a los cacerolazos como una forma de protesta en el siglo XIX cuando los republicanos de la época, hacían ruido con ollas o cacerolas para abuchear a los funcionarios de la monarquía francesa.
El historiador francés Emmanuel Fureix expresó que en 1950 y a comienzos de 1960, la organización del ejército Secreto como una organización de extrema derecha, participó en la guerra de Argelia y retomó como forma de protesta los cacerolazos, lo que se denominó “Noches de cacerolas” con la idea de hacer un ruido rítmico “ar-ge-lia-Fran-cesa”.
En Suramérica el pueblo chileno, lo utilizó en lo que se denominó “Marcha de cacerolas vacías”, organizado por mujeres chilenas en contra del gobierno de Salvador Allende. Pero también fueron utilizadas las cacerolas u ollas contra el gobierno de Augusto Pinochet en 1983, cuando los trabajadores de las industrias del cobre, empezaron a protestar desde sus casas hasta la madrugada ante la prohibición de salir. El cacerolazo se popularizó y se empleó en la crisis económica de 2001 en Argentina.
En Venezuela los primeros cacerolazos surgieron en 1989 en contra del presidente Carlos Andrés Pérez, tomando esta forma de protesta con más fuerza para 1992 y en 1996 contra el presidente de turno Rafael Caldera.
Finalmente, el Paro Nacional se ha vuelto un hecho anual en Colombia desde hace algunos años, para manifestar las inconformidades o decisiones del gobierno de turno. Todos los colombianos, de una u otra forma han hecho parte de un Paro Nacional, pues este escenario social también es político, donde la invitación a participar no ha sido sola de la izquierda o gremio sindicalista, sino también de la extrema derecha como lo hizo el CD en el gobierno de Juan Manuel Santos.
Imagen de portada tomada de Momento24.co
Muy buena contextualización histórica. Cacerolazos, velatones, plantones y todas aquellas manifestaciones de inconformismo y apoyo, se quedan en situaciones simbólicas que no van ayudar a cambiar la realidad de un país, ni a tocar las fibras de una sociedad cada vez más egoísta.
Todas las manifestaciones del pueblo son válidas y tiene trascendencia, ejercen presión y ponen en evidencia el inconformismo. Definitivamente el cambio está en las urnas y en saber elegir