Por : Javier Romero
En la universidad la Gran Colombia, Roberto Castaño era reconocido como «El Guapachoso», debido a sus borracheras hasta la madrugada en las tabernas de la Carrera 100 de Fontibón y en el bar Malandrines, dónde se gastaba el dinero producto de sus litigios profesionales.
Su madre, Adelita Lara viuda de Castaño ya estaba agotada con la vida de excesos de su hijo, no sentaba cabeza y ya lucía como un señor mayor debido a su vida desordenada, no ponía un peso para el UPAC que mes a mes les devoraba sus ahorros, eso sumado al pavor que le generaba que su hijo estuviera por la calle, todo esto cortesía del oscuro récord de 33 muertos que llevaba el Paro Cívico Nacional de 1977, pero esas realidades tan angustiantes a Roberto poco o nada le importaban, lo único que lo comenzó a contrariar ligeramente sobre sus salidas nocturnas y recomponer su «torcido» camino del alcoholismo, fue una historia que comenzó a rondar entre las conversaciones de los borrachos de Fontibón, un relato con tintes de locura.
El parque infantil del barrio Ferrocaja, era un lugar que evitaban frecuentar los ebrios del sector; cuando el reloj marcaba la medianoche. Todo porque era el lugar favorito de la «Bruja Cuervo» un espanto que se paseaba por los frondosos árboles, y las dos imponentes torres de agua que rodeaban el lugar, cada movimiento de ella era una señal para tener muy en cuenta para los infortunados que se la toparan.
Si la Bruja, estaba en un árbol, todo saldría bien, si usted no se encuentra bajo los efectos del alcohol. Solo es cuestión de ser muy silencioso para no alterar su paz, pero si la bruja emerge de las torres de agua cercanas al terreno, la amenaza es más latente, aunque cada una con consecuencias muy particulares.
Si sale de la torre del parque de los niños, la Bruja sabe que usted está tomado(a), y desde lo lejos lo (a) vigila con su mirada siniestra, pase lo que pase, la potencial víctima debe invocar a San Caralampio, máximo patrono de los borrachos para que ella lo deje escapar con vida, algo que muy pocos bebedores saben, porque la devoción católica es poco o nada común entre parranderos.
Aunque, si la «Bruja Cuervo» se deja ver desde la boca del tanque que se encuentra en la parte posterior del Hogar de ancianos Santa Teresa de Jornet, todo se torna muy truculento. Ahí la presencia abre sus negras e imponentes alas, para luego perseguir al desamparado que tenga la terrible suerte de verla, y si este se deja atrapar, jamás vuelve a su casa.
Esa leyenda urbana de cantina no le produjo el más mínimo temor al Guapachoso, y como era tradición se fue a gastar lo de la quincena en aguardiente, fue a conocer una improvisada tienda que un vecino abrió en la nueva agrupación Protela, justo al lado del parque, las horas se fueron tan rápido como la plata. Muy alcoholizado, Roberto caminó rumbo a su casa, la cuestión era irremediable, para llegar tenía que atravesar sí o sí por el terrorífico parque, Roberto pasó su ebria saliva y se convenció así mismo que era pura mentira la presencia de la Bruja Cuervo.
Mirar al piso y caminar ligero con un fuerte mareo, fue la estrategia de Roberto para superar esa supuesta prueba sobrenatural, ya estaba a punto de terminarla, pero algo le hizo mirar a lo alto de la torre, todo estaba como siempre, no había nada allí.
Una sonrisa burlona se dibujó en la cara de Roberto, que no se dio por enterado que la bruja ya volaba desde la torre del ancianato, esta lo alcanzó tan rápido, que no pudo reaccionar cuando la criatura lo atrapó entre sus brazos, él solo pudo dar un grito lleno de arrepentimiento por su vida sin sentido, dejó caer sus párpados, y le pidió de corazón perdón a su viejita por ser tan «malparido» luego suspiró para aceptar su triste final, aunque en medio del caótico pavor, la dulce voz de una anciana se escuchó: Mijo -¿Cierto que se va portar juicioso?- Como pudo el Guapachoso dejó salir un alterado susurro de su boca dando una respuesta afirmativa, justo en ese instante la soledad del parque, le hizo volver a sentir el alivio de estar vivo, con lentitud abrió los ojos, luego corrió sin mirar atrás, y con la convicción de que nunca volvería a tomar. Roberto se unió a la doble A, ayudó a su vieja con el pago de las cuotas, e incluso pintó la casa y siempre que veía un borracho o una borracha en la localidad, le contaba sobre la «Bruja Cuervo» para ver si sentaba cabeza, casi siempre lo trataban de demente, y con el pasar del tiempo, no se supo más sobre esa historia de la hechicera; la teoría es que murió a finales de los años 80, que era una viejita que habitaba el ancianato, hoy en día remodelado por el mismísimo Rogelio Salmona antes de fallecer.
Conozcan al autor…
Javier Romero: Escritor colombiano, especializado en terror y misterio. Es uno de los pioneros en la creación de series web en Colombia, también de los primeros en realizar audio series en formato podcast de Latinoamérica, con una producción para Caracol Radio titulada Historias Ciegas. Ha trabajado como creativo para grandes marcas como HBO y Netflix, hizo su debut literario de la mano de Calixta Editores en la Fiesta del Libro de Medellín, con Liga Z, fue conferencista en la FILBO.
Es autor de la experiencia de teatro inmersivo La Oficina del Terror, también de la antología digital Horror Rolo. Se considera a sí mismo un escritor de la era digital, por eso gran parte de su tiempo escribe historias para este formato, donde ha conseguido cautivar a miles de lectores.
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Otra historia parecida es la de la hermosa mujer que sale de las discotecas a altas horas de la madrugada y el hombre que la acompaña le presta su saco para cubrirla y protegerla del frío, lo asombroso de esta historia es que la bella y hermosa mujer se baja del carro a la altura del cementerio central y le da el número de la tumba , a dónde al otro día llega el acompañante nocturno y encuentra su chaqueta colgada en una de las lápidas del cementerio central . Se dice que muchos caballeros que pasan por este drama se vuelven locos . Es una historia urbana de nuestra amada Bogotá